La política exterior de la España moderna se forma bajo la influencia de los factores resultantes de su pertenencia a la OTAN, la UE y otras organizaciones internacionales, así como de la cooperación político-militar bilateral con los EE.UU., los vínculos tradicionales con América Latina, los países mediterráneos, Oriente Próximo y Oriente Medio. Durante casi tres cuartas partes del siglo XX I. estuvo en un prolongado aislamiento internacional por toda una serie de razones, en primer lugar por la dictadura franquista de cuarenta años. En 1953 se llegó a un acuerdo para ceder a Estados Unidos bases aéreas y navales en territorio español a cambio de ayuda militar y económica americana. Este acuerdo se renovó y se prorrogó en 1963, 1970 y 1982. España es miembro de las Naciones Unidas desde 1955.
En 1981-82 se completa el proceso de firma y ratificación del Protocolo de Adhesión de I. a la OTAN. Pero la naturaleza de la pertenencia de España a la OTAN permaneció abierta hasta un referéndum a nivel nacional en 1986, que aprobó el estatus especial de la pertenencia de España a la Alianza.
La adhesión a la Unión Europea (1986) abrió una «luz verde» para que Madrid se incorporara a la Unión Europea Occidental (1988) y desde el 1 de enero de 1990 al presupuesto militar de la OTAN. Tras la caída de la Unión Soviética, cambió por completo su anterior concepto de seguridad nacional, que se limitaba a la defensa de su propio territorio, y se convirtió en un participante activo y pleno en todas las operaciones de seguridad colectiva del Atlántico Norte, incluidas las de mantenimiento de la paz (en el Golfo, Kosovo, Yugoslavia, etc.).
El Gobierno español fue uno de los participantes más activos en el Tratado de Maastricht (1992), que prevé la creación de una unión política, económica y monetaria en Europa. España también mantiene estrechos vínculos con los países latinoamericanos. Tradicionalmente ha mantenido buenas relaciones con los Estados árabes.
El 1 de enero de 1999 I. tras un largo y difícil proceso de formación del modelo español de pertenencia a la OTAN se incorporó plenamente a su estructura militar integrada. La bipolaridad desapareció y la Alianza se convirtió en el mayor centro de poder, la OTAN comenzó a ampliarse hacia el este y, tras el final de la guerra fría, la reforma de la estructura militar integrada de la OTAN y, como consecuencia, el peligro de que I. se convirtiera en un socio de segunda categoría. Pero gracias a algunas hábiles maniobras en política exterior, Madrid consiguió mantener su territorio no nuclear, atraer la atención de la OTAN hacia los problemas mediterráneos para asegurar sus enclaves en Marruecos -Ceuta y Melilla- y reforzar su potencial negociador en la disputa con Gran Bretaña sobre Gibraltar.
La cooperación militar bilateral hispano-estadounidense es también una prioridad en la política exterior y de defensa, que Madrid puede utilizar potencialmente como campo de maniobra y palanca de «poder» adicional en el tratamiento de las cuestiones de política exterior. Consciente de la importancia de la orientación atlántica de su política exterior, I. se muestra, sin embargo, muy activo a favor del desarrollo de una identidad europea en el ámbito de la defensa y la seguridad, acoge con satisfacción la profundización de los procesos de integración en el seno de la UE y se pronuncia a favor de una «entrada» consecuente de la UEO en la Unión Europea.
Por ello, Madrid considera que la consolidación de la solidaridad transatlántica y el desarrollo de la integración europea son dos procesos paralelos que no se refuerzan mutuamente. En el marco de sus prioridades de política exterior, I. no se niega a defender activamente su propia posición en determinados problemas internacionales, que pueden no coincidir con la política de Washington, sus socios de la OTAN, la UE y la UEO. Pero el grado de autonomía no es tan alto como para justificar las acusaciones de que Madrid no está comprometida con la solidaridad occidental.
En 1992 Barcelona acogió los Juegos Olímpicos y Sevilla la Exposición Universal con motivo del 500 aniversario del descubrimiento de América. En 1993-1999 Javier Solana, ministro de Asuntos Exteriores de España, dirigió la OTAN.
Desde 2002, las fuerzas armadas españolas están compuestas exclusivamente por personal contratado. El número de efectivos es de aproximadamente 120 mil personas. Más de 2,7 mil militares están en el extranjero, de los cuales 2,3 mil participan en operaciones de mantenimiento de la paz y misiones humanitarias. España ingresó en la OTAN en 1982 y se integró en la estructura militar de la Alianza en 1997. Es miembro de la UEO desde 1988.
Las principales zonas de despliegue de las Fuerzas Armadas españolas son las siguientes: bases terrestres -Baleares y Canarias-, enclaves de Ceuta y Melilla; bases navales -El Ferrol (provincia de La Coruña), San Fernando y Rota (Cádiz), Cartagena (Murcia), Las Palmas y Palma de Mallorca (Canarias), Mahón (Menorca).
El preámbulo de la Constitución española declara la disposición a «cooperar en el fortalecimiento de las relaciones pacíficas y de cooperación con